Friday 23 January 2009

Democracia de las encuestas

Con cada nueva elección, con la proximidad de cada nueva elección o cada tema de presunto interés público, los medios de comunicación insisten en bomdardearnos con los resultados de la última encuesta aparecida. Que si Piñera sube o se mantiene, que si Lagos tiene más o menos capacidad de liderazgo, que si la preocupación principal de los chilenos es la delicuencia, el empleo o la situacion económica. Parece que hoy resulta más atractivo para el ciudadano que quiere influir en política el contestar a tal o cual encuesta. De otra manera, sus opiniones no son consideradas.
La utilización masiva y generalizada de encuestas para sondear la intención de voto de los ciudadanos parece ser el principal mecanismo para seleccionar candidatos. Hoy en día más que tener buenas ideas, realizar una buena gestión o tener un buen curriculum es más importante aparecer bien ubicado en las encuestas. Los optimistas podrían pensar que el figurar bien situado en ránkings electorales es una consecuencia de las acciones previas. Soy un poco escéptico en torno a esta conclusión.
Porque creer que las encuestas sobre intención de voto son un mero reflejo de las reales y profundas tendencias del electorado sería desconocer la importante dosis de manipulación de estos instrumentos. Cómo no preguntarse, ¿Quién financia las encuesta? ¿Qué vínculos tienen las instituciones que realizan encuestas con las estructuras de campaña de los candidatos? Para qué decir el tratamiento que los medios de comunicación dan a estas encuestas. El uso que algunos medios de comunicación dan a las encuestas puede perfectamente ser calificado de tendencioso. Por ejemplo, en el caso de la encuesta CEP de Diciembre de 2008, el Mercurio señaló en su portada del día 31: ""Encuesta CEP: Piñera mantiene liderazgo y seguidores de Insulza cuestionan resultados del sondeo". Pues la verdad es que la primera parte del titular simplemente no es efectiva. Lo cierto es que, comparando la votación en una eventual segunda vuelta entre Frei y Piñera, éste último desciende en dos puntos en su adhesión en comparación con igual pregunta en la encuesta anterior (junio-julio 2008). Mientras que, en cuanto a los famosos "atributos para ser presidente", categoría que desde ya cabe cuestionar la metodología y los criterios con que se formulan, todos los candidatos disminuyen su valoración en los 10 atributos que se miden. Salvo Frei, que mejora su calificación en "preparación para ser Presidente", "simpatía", "confiabilidad", "cercanía", "seguridad en sí mismo" y "sinceridad. En definitivas cuentas, una lectura perfectamente legítima sería decir que Frei aumenta su valoración global frente a Piñera. El Mercurio no parece verlo así, y está en su derecho al mantener tal percepción.
Pero volviendo al tema de las encuestas. Sería importante considerar que la extensión de este mecanismo se ha justificado en muchos casos por la imposibilidad material, en las macro-democracias modernas, de conocer más de cerca y en profundidad la opinión de los ciudadanos. Si bien esta afirmación podría tener mayor peso en los Estados Unidos, lo cierto es que en nuestro país suena más bien a desinterés de la clase política. Desinterés que en definitiva paga muy caro la calidad de nuestra democracia, en que cada vez el ideal republicano de ciudadanas/os informados, activos y dialogantes pierde valor y fuerza.